jueves, 18 de diciembre de 2008

Una Tosca Belleza:
Patria, de Ángel Valdebenito

Por Felipe Ruiz

en Letras.s5.com


La poesía de Ángel Valdebenito parece cruzar un amplio registro de voces. Desde que su promisorio y prometedor Papeles de la villa hostil cayera a mis manos, una noche fría en la ciudad de Temuco, me pregunté si acaso es posible una revitalización de la poesía urbana desde una nueva ternura no citadina. Eso fue hace buenos años atrás, y desde entonces algo ha pasado: su poesía ha profundizado más en aquella ternura, y quizás como ninguna, ha ahondado en un cobijo tibio, un regazo monumental donde decantar la agonía y lo lesivo del mundo que nos rodea. El resultado es Patria, un volumen de poemas que es por mucho una de las obras más potentes de la actual poesía chilena. Pero catalogar a Valdebenito de poeta joven sería un error y hasta una ofensa, porque esta obra es redonda y de todas maneras madura y acabada. Muchos de los que hasta hace un par de años entraban en la categoría de poetas jóvenes hoy deberían ser estudiados en universidades, reseñados e invitados a eventos ya como poetas maduros. El brote de Valdebenito cumplió su ciclo de iniciación poética y hoy por hoy ya muestra signos de vitalidad en una esfera distinta: la gran poesía chilena, misma que alberga a nombres como Hahn, Zurita o Maquieira. No se trata de un recambio generacional ni mucho menos. Simplemente, me parece que Patria es un volumen que denota experiencia y sapiencia, y ambas convergen en una justeza, y en una voz en desarrollo pero consumada en sus pilares.

Vamos a la obra misma. Estructurada en tres partes, Patria constituye un conjunto de poemas antes que una obra articulada en niveles. Eso no quita que ella posea cierta secuencia argumental y que los poemas se distribuyan inteligentemente de acuerdo a un orden que ofrece al lector un recorrido. Sin embargo, parece como si Valdebenito quisiera evitar las totalidades y se desliza más bien hacia el poema singular, y desde allí que su trabajo recuerde a un hermano de andanzas (y de taller): Higiene, de Ernesto González. Existe una cercanía en estas obras que denota un avance común en pos de revocar la idea de único camino o destino presente en algunas obras de otros autores de corte más experimental. El trabajo de Patria va por el camino del poema tradicional, sin grandes riesgos tipográficos ni cortes acrobáticos, pero a cambio ofrece un ritmo novedoso – sobre todo en su sección Inventario de especies -, que a veces llega incluso a sonar sentencioso, apodíctico:

Abatido es un pájaro de colores grotescos, cuyo canto no cumple función alguna en su entendimiento con el medio externo o el resto de su especie. Canta por desprecio a sí mismo y eso le complace. Baila mientras los demás lo hacen, mas no es su baile, su momento ni su ritmo.

Así se escucha el poema Abatido, primero de este Inventario de especies. De los tres, este es el capitulo que más poderosamente ha llamado mi atención: su tono, prosaico y visceral, acompañado de un tratamiento temático que recuerda cierta poesía de Ennio Moltedo, lo convierten en el más interesante de este libro que de por sí ya está colmado de cosas interesantes. Si se escuchan bien, la temática de las especies es lo menos anecdótico de los versos. La “animalidad” del ánima humana puede ser el trasfondo descarnado que nos viene a mostrar una esencia no humana en lo humano y una humanidad esencial en el animal. Un poco de Henri Rousseau nos rememoran estos poemas, sobre todo en su lienzo magistral “los alegres bromistas”, donde descuella toda esa inquietante composición humanizada de los animales. Abatido bien puede ser la metáfora de la condición humana en las urbes trabajólicas e hiperestésicas, pero es también un retrato de la “especie”, como si la condición de tal superara incluso el “humanismo” ridículo de la metafísica moderna.

De esta forma el humanismo aquí resulta revocado y por tanto Patria se emparenta con una obra de resistencia. Sin ser experimental, es una obra lúdica y de gran vuelo lírico, demasiado necesaria para enarbolar una tosca, una necesaria convencional resistencia, lejos de los ruiditos performáticos y chic que tanto pegan en algunos circuitos locales e internacionales.

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