lunes, 27 de octubre de 2008

¿Cuáles son las filiaciones literarias de la novísima?

En su blog, Héctor Hernández ha hecho un pequeño raconto de la procedencia histórica del concepto novísima. Me interesa aquí poder aportar a esa genealogía con un análisis de la parentela litearia del grupo de autores que conforman esta suerte de enclave.

Si bien es cierto que la poesía chilena reciente posee un origen variado, muy empezado este siglo Hernández hablaba ya de la poesía joven - cuando aún no se le llamaba, para algunos, novísima -, del neobarroso y el barroco. Se pensó en su momento que la poesía esgrimida por el propio Hernández, por Alexis Donoso, por Ignacio Briones, por mí mismo, era heredera de la "corriente de sentido" del barroco y tenía sus fuentes en la obra de Sarduy. Se podría decir que el precio a pagar por ese sitio era muy alto, pues en obras de Donoso o Briones también confluye con fuerza la corriente huidobriana y pos huidobriana del surrealismo agónico, en que podríamos indicar a autores como Humberdo Diaz casanueva a Rosamel del Valle.

Con todo, el epiteto de barroco sirvió para vincular a los jóvenes poetas en una tradición litearia que le hiciera frente al lihnismo de los autores de los noventa y a su fuerte arraigambre en la poesía inglesa. Hay que recordar que obras como Calas, de Germán Carrasco y otras de noventeros tardíos como la de Enrique Winter, tienen un fuerte componente de citas y hacen su episteme, si se le podría llamar con esa palabra proveniente de la filosofía, en la poesía inglesa. De tal modo, resituar la obra de los poetas del 2000 en lo barroco parece un golpe que tiene por objetivo desvincular la poesía desde la tradición anclada en un continente distinto al americano. Esta operación no es menor cuando ahora se puede llamar a esta red de poetas, con razón, red de poetas "latinoamericanos". Lo barroco es, en efecto, una interrogación por lo latinoamericano, y es, por tanto, una integración de lo nacional a una red de sentido americanista.

En tanto estilo, lo barroco en los novísimos se sitúa con relación a una fuerza que tiende a la escritura de flujos, al tejido textual disparado y muchas veces anti lírico, pero que conserva un fuerte componente épico y una orientación hacia lo social. De tal modo, el barroquismo puede ser un temprano y bien puesto calificativo para las primeras obras de Hernández, Donoso o Briones, ya que es en efecto la influencia más directa que opera en sus obras.

Pero qué corto nos quedaríamos si solo nos conformaramos con una apreciación de este calibre. Lo barroco por definición opera en un nivel de simulación del sentido y trastoca el suelo firme en que las verdades afirman su sitio en el texto: ¿pero acaso, en los textos de Donoso, no están operando un nivel de afirmaciòn radicalmente opuesto a esa tesis? ¿No son los textos de A1000 o la Vida Muerta, por oposición al barroco, obras que desarrollas un sentido de autovalidación completamente aferrados a una positividad? A mi modo de ver, el asunto es determinar qué tipo de barroco es este cuyo sentido de autoridad y cuya seguridad está trasada de cabo a cabo en las obras de los autores novísimos. Se podría señalar que esa impronta la heredan del C.A.D.A y que en cierta medida está asegurada por un lazo de continuidad entre la escena de avanzada y la obra novísima.

Pero demasiado arrogante sería manifestar ese lazo de continuidad como algo que excede la simple influencia. La figura que intenta levantar una continuidad política y de cuño social queda reducida a añicos cuando vemos que, en lo exclusivamente literario, esta opción sirve cuando mucho para oponerse al lihnismo de la poesía emergente en los 90. Incluso más, se podría afirmar, el retorno de los novísimos a los 80 no opera como una opción de vida, sino como resultado de unas operaciones estrictamente artísticas, que convellan ciertas praxis vitales, sí, pero que no terminan por concretarse en matrices vitales.

Es por eso mismo que las obras de Zurita y Eltit - especialmente Anteparaíso y Lumpérica -, son guías artísticas para los novísimos, pues le añaden a la impronta americanista del barroco un componente de discurso político, o para ser más exactos, de proclama, que termina por convertirse en lo más propio de lo novísimo: Flujo y Proclama.

1 comentario:

Corriente Cadencia dijo...

No soy muy conocedor de la teoria poetica ni de la tradicion de los 90, pero creo percibir una forma de validar la poesia acercandola al romancticismo, en el sentido que la expresion de sentimientos desgarrados son tan o igual de importantes que los preceptos de la razon. Claro que no es un romanticismo ingenuo como lo refleja la obra nerudiana, de hecho creo que desea salir de ese canon, sino que es expresion de locura, fantasia y utopia con todas sus contradicciones. Es un intento de unir poesia y praxis, mito y realidad, deseo y desdicha con la intencion de contrastar y resaltar colores diversos. Inquietud seria probablemente un buen adjetivo para calificar la poesia novisima, ya sea porque cada vez mas el abismo entre una promesa y la empresa se hacen insondeables o porque en realidad la historia nos ha enseñado muchas veces, que las palabras ocultan lo mas absurdo y logico del mundo.